Misa en acción de gracias por los 15 años.
Algunas sugerencias para la celebración.
La preparación
Es importante que haya una preparación. Lo ideal sería poder preparar la Misa junto con la joven, haciéndole ver la importancia del gesto de gratitud y de ofrenda de la propia vida a Dios.
Lógicamente, lo ideal es que la quinceañera esté en gracia de Dios para poder comulgar en la Misa. Teniendo en cuenta la predisposición general con que se vive ese día, no hay que tener temor de preguntarle si va a comulgar y hacerle ver la necesidad de confesarse – si fuera necesario- para que el gesto sea auténtico y completo.
También sería bueno que ella o alguna amiga o familiar pudiera pensar en un guión para la celebración, que tenga en cuenta la función del guión –es decir, ayudar a los fieles a celebrar mejor el misterio Pascual de Cristo- pero que a la vez haga mención al motivo que reúne ese día
En la celebración misma
Es conveniente que la quinceañera se ubique en el primer banco, junto con su familia, para facilitar la comunicación y para que esté más cerca teniendo en cuenta los momentos en los cuales debe participar de una manera especial.
Será importante prever que alguien entone los cantos de manera correcta. Si bien el canto tiene como finalidad acompañar la acción litúrgica (para la gloria de Dios y la santificación de lo fieles), y que el criterio de selección debe ser ante todo litúrgico, nada impide que se le pueda preguntar a la joven qué cantos litúrgicos son de su preferencia. Siempre, lógicamente, que reúnan las condiciones (ejemplo: qué canto de ofrendas le gusta más, no que en la ofrenda cante un canto de música popular que a ella le guste). Este factor estético o más bien “afectivo” –que sea una celebración hermosa- con el tiempo tiene mucha importancia en el recuerdo y en la gratitud de la persona a Dios y a la Iglesia.
En cuanto a la liturgia de la Palabra, nada impide que ella lea una lectura. Pero parece más conveniente que no lo haga, por dos motivos: muchas veces, por ser el centro de atención y por reunirse un poco más de gente de la habitual, los nervios las traicionan, y las lecturas no son leídas como corresponde. Por otra parte, si la Misa es en acción de gracias por sus 15 años, la primera destinataria de las lecturas es ella misma, por eso es conveniente que pueda escucharlas con atención, más que estar pendiente y nerviosa por tener que leer.
Uno de los momentos en los cuales es conveniente que pueda participar es en la procesión de ofrendas, ya que esta Misa es a la vez acción de gracias por lo vivido y entrega de lo que vendrá. Una manera de expresar esta ofrenda de sí misma es, por ejemplo, que ella lleve en la procesión una flor o un ramo de flores. Y esto se completa idealmente si sus padres llevan el pan y el vino.
Para el momento de la comunión, teniendo en cuenta que la cumpleañera se sienta en el primer banco, es conveniente que pueda pasar primero a comulgar –si se tiene certeza de que lo hará-. Puede ser significativo que comulgue bajo las dos especies, ya sea por intención, ya recibiendo cada especie por separado.
Téngase en cuenta que es posible que en estas Misas participen familiares o amigos que no frecuentan los sacramentos. Es conveniente entonces recordar las condiciones para comulgar, para evitar que puedan recibir indignamente la Sagrada Comunión.
Luego de la Bendición final, se puede dar una bendición especial para la joven. En el Bendicional no aparece ninguna Bendición específica para estos casos. Teniendo en cuenta la misma normativa y las costumbres vigentes, el sacerdote puede componer una oración de Bendición. Aquí propongo dos que elaboré.
Bendición en la Misa de 15 años.
Dios Padre Misericordioso y lleno de ternura, de ti procede todo lo bueno y lo bello. Te damos gracias por el don de la Vida, y por la ternura que nos muestras a cada paso. Te pedimos que hoy bendigas a tu hija ……………….., que ha querido agradecerte por sus primeros 15 años de vida, y consagrarte su juventud. Concédele la gracia del Espíritu Santo para que pueda caminar siempre según tu voluntad, y encontrar el sendero que conduce a la felicidad. Concédele imitar las virtudes del Corazón de tu Hijo, y presérvala siempre del Maligno. Haz que viviendo siempre el mandamiento del amor, a ejemplo de María Santísima, pueda llegar un día a las alegrías eternas del Cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Dios Padre Todopoderoso, fuente y origen de la Vida y de todos los bienes.
Tu nos has creado a tu imagen, y nos has regalado el don de la vida, para que hagamos de ella un cántico de adoración y acción de gracias a tu nombre. Tu nos has enviado a tu Hijo para que él nos mostrara el camino que nos lleva a ti.
Te pedimos que bendigas a tu hija……….. , que hoy celebra con gratitud y alegría sus quince años.
Concédele la sabiduría que procede de la fe. Concédele el Espíritu Santo, para que la guíe por el verdadero camino del bien, y la capacite para amar de verdad.
Sostenla con tu mano paternal en sus dificultades. Hazle sentir tu paternidad en todo momento. Fortalécela en los momentos de prueba y llena su corazón de esperanza y de grandes ideales.
Concédele que sienta siempre en el camino de la vida la compañía de Cristo, y que pueda llegar a contemplar tu rostro en la Vida Eterna.
Te lo pedimos por Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Finalmente es aconsejable destinar un momento explícito para subrayar la relación filial de la joven con María Santísima. Puede hacerse consagrándonos todos juntos a la Santísima Virgen, con la oración del Bendita Sea tu pureza. O, mejor aún, que la joven realice una oración de consagración de su vida a la Madre de Dios. Lo ideal sería que la oración sea compuesta por ella misma. Aquí propongo una oración posible, que he compuesto pensando en los casos en que la joven no pueda hacerla por sí misma.
Consagración a María Santísima al cumplir quince años.
María, Madre de Jesús y madre nuestra. Hoy vengo a vos llena de alegría, al cumplir mis primeros 15 años de vida. En este día tan importante, quiero consagrarte mi pasado, mi presente y mi futuro, todo lo que soy y todo lo que tengo. Vos que en tu juventud fuiste capaz de decirle que sí al plan de Dios, ayúdame a escuchar con corazón abierto su voz, y a caminar siempre según su voluntad. Vos que educaste al Hijo de Dios, con tu ejemplo y tu palabra materna, ayúdame a imitarlo cada día más, viviendo siempre el mandamiento del amor. Presérvame del pecado y del error; haz que pueda permanecer pura en medio de un mundo que no conoce el amor. Y cuando sienta miedo, quedate a mi lado para darme confianza y serenidad.
Madre, soy toda tuya, ahora y para siempre, Amén.
También sería ideal que un miembro de la Comunidad parroquial –puede ser el mismo sacerdote- entregue a la joven algún recuerdo de esta fiesta: un cuadro o imagen de María, un Rosario, etc. Estos gestos, en esas circunstancias, suelen ser muy valorados, aunque impliquen un pequeño gasto.
Finalizando la celebración, es importante que el espacio sagrado no se transforme de pronto en el Salón de fiestas. Por eso el canto final debe ser una canto litúrgico y no el canto del Feliz cumpleaños. E igualmente, el momento de los aplausos y felicitaciones es fuera del templo una vez terminada la celebración
|