La Mujer de Apocalipsis 12
Sumario:
Introducción
I. El texto
II. Significado principal: el Pueblo de Dios de la Antigua y Nueva Alianza.
III. Significado secundario y sintetizador: María, la mujer del Apocalipsis
Conclusión.
Introducción.
Ríos de tinta han corrido comentando el capítulo que he elegido para trabajar. Obviamente, una monografía de un seminarista no pretende agregar nada nuevo a lo ya dicho.
Me mueve a elegir este tema el haber tenido que escuchar, en varias ocasiones, comentarios que al interpretar la figura de la mujer oponían diversos significados. Algunas veces esto se daba – creo yo- por un deseo de minimizar la figura de María en el Nuevo Testamento y en la obra de la salvación.
Lo que intentaré mostrar es que ese tipo de afirmaciones contiene, además, un error metodológico. Sobre todo tratándose de un libro como el Apocalipsis y de un autor como - ¿el apóstol? ¿el vidente?- Juan. Para ello comienzo analizando texto y sus símbolos (I). Luego me detengo en el sentido primario (II) par apasar de allí a su sentido secundario (III)
I. El texto.
a) Presupuestos
Antes de entrar en el comentario del texto y el análisis de sus símbolos, voy a puntualizar algunos presupuestos, sobre los cuales coinciden casi todos los autores, acerca del entero libro del Apocalipsis.
· Fecha de composición: hacia el año 95 d. C, fecha en que se desencadena la persecución de Domiciano, aunque algunos textos pueden remontarse al tiempo de Nerón, poco antes del 70 d.C.
· Autor: En el mismo libro, el autor se designa a sí mismo como Juan. Una tradición ya muy difundida a finales del s. II en varios padres (Justino, Ireneo, por ej.) lo atribuye al mismo apóstol san Juan, autor del cuarto Evangelio y de tres cartas.
Pero algunos motivos inducen a muchos estudiosos a dudar de esta autoría apostólica: su tardía entrada en la lista de los libros canónicos, diferencias en el estilo, el lenguaje y la teología, etc.
La cuestión no es tan relevante. Personalmente no me convencen del todo los argumento para afirmar tajantemente la no identidad con el autor del cuarto evangelio. No obstante, está fuera de duda –y esto es de gran importancia para la plena comprensión del libro- que al menos el autor es alguien del círculo del apóstol y está impregnado de su enseñanza.
· Tema y finalidad del libro: de acuerdo al contexto histórico en que se lo sitúa – marcado por las tribulaciones violentas contra la Iglesia naciente-, se comprende que el primer sentido de la obra y su finalidad es levantar y afianzar la moral de los cristianos ante la persecución. En efecto, se veían tentados a dudar y desesperar ante el aparente incumplimiento de las promesas de su Señor. Subraya que la historia está en manos de Dios y que el triunfo definitivo del Cordero y de su Esposa, la Iglesia, ya está asegurado.
· División del libro: Los comentaristas se dividen al estructurar el libro. Transcribo la división sencilla propuesta por la Biblia de Jerusalén, que coincide con la del Libro del Pueblo de Dios:
Prólogo (1, 1-3)
Cartas a las Iglesias (1,4 – 3,22)
Visiones proféticas: (3,1-22,15)
Epílogo: (22, 16-21)
b) Texto y comentario
1 un gran signo apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, son la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; 2 está encinta, y grita con los dolores del parto, con los tormentos de dar a luz. 3 Y apareció otro signo en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. 4 Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. 5 La Mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. 6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada durante mil doscientos sesenta días.
7 Entonces se entabló una batalla en el Cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, 8 pero no prevalecieron, y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. 9 Y fue arrojado el Gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él. 10 Oí entonces una fuerte voz que decía en el cielo: “Ahora ya ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo, , porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios. 11 Ellos le vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la palabra de testimonio que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte. 12 Por ello regocijaos, cielos, y los que en ellos habitáis. ¡Ay de la tierra y del mar!, porque el Diablo ha bajado a vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo.
13 Cuando el Dragón vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la Mujer que había dado a luz al Hijo varón. 14 Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para volar al desierto, a su lugar lejos del Dragón, donde tiene que ser alimentada un tiempo y tiempos y medio tiempo. 15 entonces el Dragón vomitó de sus fauces como un río de agua, detrás de la Mujer, para arrastrarla con su corriente. 16 Pero la tierra vino en auxilio de la Mujer: abrió la tierra su boca y tragó el río vomitado de las fauces del Dragón. 17 entonces despechado contra la mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.
La mujer: es una imagen típica de la terminología bíblica-judaica, donde se aplica tanto a la ciudad de Jerusalén (la Hija de Sión) como al pueblo elegido. Parece indicar aquí a la mujer en cuanto complemento de la alianza, ya que en el versículo anterior (11, 19) se nos habla de la aparición del Arca de la Alianza.
“vestida de sol”: el sol es en la Biblia la característica más emblemática de Dios, lo que mejor expresa su trascendencia. El gesto del vestir expresa la ternura y solicitud de Dios hacia su esposa, Israel (Is 10, 1.19-20;Is 61, 10: “Yahvé me ha puesto los vestidos de la salvación, me ha envuelto en un manto de justicia, como a una novia...”) En Ap expresa, entonces, el cuidado amoroso de Dios, que reviste a la mujer con lo mejor que tiene: el sol. (ver también Ct 6, 10: ¿Quién es esta que se levanta desde la aurora, hermosa como la luna, radiante como el sol”)
“La luna bajo sus pies”: la luna tenía un especial significado como símbolo del tiempo y de la historia, ya que el calendario y la liturgia se regían por sus fases. La mujer la tiene “bajo sus pies”, es decir, tiene dominio, es superior a ella, está situada en un plano que supera las vicisitudes de la historia.
“una corona de doce estrellas sobre su cabeza” Las estrellas también tienen relación con la zona de la trascendencia de Dios. Completan el cuadro de una gran luminosisdad en torno a la mujer (sol, luna, estrellas) que en el AT es el distintivo de los que han alcanzado la glorificación de Dios en el cielo. Ese significado tiene también corona:: es símbolo de victoria en todo el NT (cfr Flp 4,1; Santiago 1,11) y en especial en el Apocalipsis (cfr 3,11; 4, 4.10). El número de doce es en la Biblia y en especial en Apocalipsis símbolo de la plenitud. Tiene que ver con las doce tribus de Israel. El cuadro simbólico está inspirado en el sueño de José en Gn 37, 9, quien ve once estrellas y el sol y la luna postrándose ante él. Pero poniendo en paralelo la mujer y la ciudad santa del cap 21, se observa que en esta última el número doce se utiliza como símbolo tanto para las doce tribus de Israel como para los doce apóstoles del Cordero.
“está encinta y gritas con dolores de parto, y con el tormento de dar a luz. Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo” Estos versículos sugieren inmediatamente la relación con Gn 3, 14-16: los personajes, la enemistad, los dolores de parto, etc. La identificación es explícita en el v 9, donde se alude al dragón como “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el seductor del mundo”. Se encuentran en abierta hostilidad (“yo pongo hostilidad entre ti y la mujer”) y el dragon persigue al hijo varón para devorarlo (v. 5) y “al resto de su descendencia” (“entre tu linaje y el suyo”).
“dolores de parto”: en el AT significa siempre un sufrimiento desgarrador, por ejemplo, el del día de Yahvé. Pero también son símbolo de los dolores escatólógicos de la Hija de Sión que va a ser Madre. (cfr Is 66 6-10 y Miq 4, 10)
“Dio a luz al que ha de regir a las naciones...” la descripción del hijo de la mujer contiene una cita del salmo 2, uno de los más claramente mesiánicos. Por lo tanto, no hay duda de que se refiere al Mesías, a Jesús.
“Su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono...” Aquí parece haber una reminiscencia libre del salmo 110, 1 (“siéntate a mi derecha”). Se refiere a la exaltación del hijo hacia el ámbito divino.
“La mujer huyó al desierto” en el AT el desierto es el refugio tradicional de los perseguidos (Ex 2, 15; 1 Re 19, 3ss). Además, hay una clara alusión al Pueblo que en desierto es probado y a la vez protegido por Dios, ya que él es quien lo alimenta.
“mil doscientos sesenta días”: es el equivalente a cuarenta y dos meses (Ap 11,2) o sea tres años y medio. En el AT y en el simbolismo asumido por el Apocalipsis el número siete es el que indica la totalidad. Mil doscientos sesenta quiere decir que la persecución, las tribulaciones, serán limitadas, son la mitad del tiempo de Dios.
vv 7-12: no se refieren explícitamente a la Mujer, pero algunos elementos aclaran el resto del relato. La escena describe el eterno antagonismo entre las fuerzas del mal y las del bien. Vale destacar que la caída del dragón se produce inmediatamente después de que el Hijo varón es elevado hacia el trono de Dios. Esa es ya la derrota definitiva del Dragón, aún cuando todavía siga acechando al “resto de los hijos” que permanecen en la tierra (v 17). El triunfo sobre el Dragón se da por la Sangre del Cordero, es decir por su misterio Pascual. En ese triunfo están incluidos “nuestros hermanos”, los mártires, que han entregado su vida.
El Dragón sabe que ya está vencido, es arrojado a la tierra, y ya que no ha podido devorar al Hijo, “persiguió a la mujer”.
“Alas de águila”: son un símbolo de la protección divina, proveniente del libro de Exodo (19,4) Este símbolo y el del desierto nos remiten a la temática de Israel en el desierto.
“se fue a hacer guerra al resto de sus hijos” la mujer, además del Mesías, tiene otros hijos, objeto también de la ira y persecución del Dragón.
“los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús”: son las dos características que en el libro del Apocalipsis definen a los cristianos: la fe en Jesús y el guardar sus mandamientos. Aparecen evidentes conexiones con la imagen del discípulo que presenta el Evangelio de Juan. (Jn 14, 21; 19, 35)
Hasta aquí una somera descripción de las imágenes y símbolos utilizados en el capítulo 12. Se constata una gran abundancia de citas del Antiguo Testamento “cristologizados” y, como veremos a continuación, “eclesiologizados”
Ahora intentaremos responder a la pregunta inicial: ¿quién es la mujer del “gran signo”?. Es bien sabido que en la Tradición se encuentran fundamentalmente dos interpretaciones: la eclesiólógica y la mariológica. También es conocido por todos que es la primera la que es preferida, aunque también es importante destacar que en tanto en el período patrístico como en el medieval se encuentran los dos acentos. Ninguno excluye al otro.
II. El Pueblo de Dios antiguo y nuevo.
El contexto del libro, las imágenes utilizados, algunas precisiones de la visión que aluden a hechos históricos, nos dan la seguridad de que la mujer es en primer término un símbolo del Pueblo de Dios, tanto del antiguo como, principalmente, del nuevo, cuyas actuales tribulaciones simboliza.
a. Ap. 12 y Gn 3: El paralelismo entre los dos relatos es evidente. El mismo autor señala que el Dagón “es la Antigua serpiente” (Ap 12, 9) Además el dragón, en 12, 17 “marcha a guerrear contra el resto de la descendencia de la mujer”. Esta expresión es casi calcada de Gn 3, 15, según la versión de los LXX. Los personajes y sus acciones se corresponden evidentemente a la enemistad descrita en Gn: de un lado están la mujer y su descendencia; del otro el dragón y su descendencia (imagen continuada en las dos bestias del c. 13) El “hijo varon” corresponde a la lectura singular (de los LXX) de Gn 3, 15 “él te aplastará la cabeza”. A Eva se le prometen dolores de parto, que son experimetnados por la mujer de Ap 12. Por último, la utilización misma de la palabra “mujer”
Es muy interesante saber que el targum palestino, en la recensión llamada del pseudo-Jonatan, de la época del NT atestigua una interpretación colectiva a la mujer. Al hacer una interpretación perifrástica de Gn 3, 15, la mujer y su descendencia llegan a identificarse con la comunidad de Israel en camino a la redención mesiánica, con el Pueblo elegido junto a su mesías. Es ese, en esencia el mensaje de Ap 12.
b. Los astros luminosos que rodean a la mujer son una clara alusión a la visión de José en Gn 37. Combinada con la imagen de la mujer – Jerusalén, el Pueblo, etc- no puede dudarse de que sea una imagen del Pueblo de Dios de la Antigua Alianza.
Pero esta primera interpretación no excluye que la mujer sea símbolo del Nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia de Cristo.
a. La mujer es madre del mesías (v.5), pero también es madre de todos los que viven los mandamientos de Dios y la fe en Jesús (v17). Después de ocurrido el misterio pascual, en que es definitivamente derrotado, el dragón persigue durante un tiempo a los cristianos, que gozan ahora la protección prodigada por Yahvé en el desierto.
b. Al final del libro la mujer asumirá el relieve de la mujer-esposa del Cordero (Ap. 21, 2-9). “La ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo de junto a Dios...tenía un muro grande y alto, con doce puertas; sobre las pertas doce ángeles y nombres escritos, los de las doce tribus de los hijos de Israel... El muro de la ciudad tenía doce fundamentos, y sobre ellas doce nombres, los de los doce apóstoles del Cordero” (Ap 21, 10.12.14) En esta mujer-esposa tenemos claramente la confluencia del Pueblo de Dios de ambos testamentos: de las doce tribus de Israel se pasa a los doce apóstoles del Cordero.
Sintetizando, citamos textualmente la afirmación de A Serra, a quien seguimos en esta parte: “en la mujer del Apocalipsis es posible comprender al Pueblo de Dios de las dos Alianzas: la Iglesia del Antiguo Israel, que se prolonga luego en la del Nuevo Israel con Jesucristo y sus discípulos de todos los tiempos”
c. El parto doloroso y la exaltación del Mesías: A simple vista puede sorprender que se hable del nacimiento e inmediatamente de la exaltación del Mesías. El texto se ilumina interpretándolo a la luz del Evangelio de San Juan. Parece ser que no se refiere al nacimiento de Jesús en Belén, sino al misterio Pascual de Cristo. Esto se observa teniendo en cuenta que:
1. En el Evangelio de Juan, de cuyo pensamiento el autor de Ap es al menos tributario, el mismo Jesús compara la aflicción y el gozo de los discípulos ante su hora con los dolores y el gozo de una madre que va a adar a luz: “la mujer cuando está de parto está triste, porque llegó su hora, pero cuando ya ha dado a luz el niño no se acuerda más de su angustia, por la alegría de que ha nacido al mundo un hombre. Así también vosotros estáis ahora tristes; pero yo os veré otra vez y vuestro corazón se alegrará, y nadie os quitará ya vuestra alegría” (Jn 16, 21-22). El paralelismo es admirable: en ambos textos se encuentran los elementos mujer-dolores de parto-la hora; Jesús los interpreta así: ustedes(los discípulos)-están y estarán tristes-la hora. También en Hch 13, 32-34 Pablo cita el salmo 2,7 (“tu eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”) para referirse a la resurreción de Jesús. El domingo de Pascua el Padre engendra al Hijo. Para referirse al niño, Ap 12,5 utiliza el Salmo 2, 8.9 y – más implicitamente- el salmo 110, 1). Esto salmos son los más utilizados en el NT para anunciar la resurrección de Cristo.
2. El misterio Pascual es el hilo conductor de todo el libro del Apocalipsis. La caída del Dragón a la tierra, su derrota, es consecuencia de la Exaltación del Hijo hasta el trono de Dios. Esto se corresponde claramente con el pasaje de Juan donde Cristo, al hablar de su pascua, afirma “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado afuera” (Jn 12, 31). Estas palabras resuenan en Ap 12, 9-10ª: “Y fue precipitado el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el seductor del mundo entero, y sus ángeles fueron precipitados con él. Y oí una fuerte voz en el cielo que decía: “ahora ha llegado la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios, y la soberanía de su Cristo, porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos...” Hasta el misterio Pascual de Cristo, el diablo tenía poder de acusar a los fieles; desde entonces, ha sido vencido.
Por lo tanto, la manera más correcta de interpretar los dolores de parto de la mujer es referirlo a la profunda angustia que invadió a la comunidad cuando su maestro fue arrebatado violentamente por el poder de las tinieblas. El rapto del niño hacia el cielo es la acción del Padre que arrebata (cfr. 2Cor 13, 2.4) al Hijo, sustrayéndolo de la condición de debilidad mortal propia del hombre y haciéndolo entrar en la esfera de Dios.
d. La Iglesia perseguida, pero cierta de su triunfo: Apocalipsis, al igual que el Evangelio de Juan (“El siervo no es más grande que su señor...si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros” Jn 15, 20), presenta la persecución de la mujer y de los hijos de la mujer (su “linaje”, cfr Gn 3, 15) con las mismas características. Esta situación se dará en el desierto, lugar de prueba y de combate (en el cap 13 las bestias del Dragón se instalan allí) pero también lugar de la protección divina. El Dragón sabe que le queda poco tiempo, porque ya ha sido vencido al ser excluido del Cielo. La Iglesia debe perseverar firme en el cumplimiento de los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús, en espera del triunfo final.
III. Significado secundario y sintetizador: María, la mujer del Apocalipsis.
La tradición de la Iglesia ha visto muchas veces en la mujer de Apocalipsis doce a la Madre de Cristo, gloriosa ya junto a él. ¿es legítima esta lectura? Algunos han afirmado que esta interpretación mariológica no sería más que una relectura posterior, una adaptación y explicación piadosa al servicio de la pastoral, el culto y la espiritualidad. Sería una proyección legítima, pero no correspondería al sentido literal del texto.
Plantear los dos sentidos como opuestos, a priori, sería desconocer la estructura misma del símbolo en el Apocalipsis, ya que justamente este lenguaje permite una variedad de significados. Muchos comentaristas hablan de una extensión mariológica en el c. 12 de Apocalipsis. Vale citar aquí las palabras de Ugo Vanni: “es posible dar un paso legítimo en la dirección mariológica...; esto no constituye ningún añadido devocionista y mucho menos se plantea como interpretación exegética alternativa o mera aplicación eclesial. Lo que se hace más bien es subrayar la riqueza pluriforme, supraconceptual, del símbolo, que raras veces llega a explotarse colmadamente”.
Según la terminología corriente, el cuadro podría presentarse así:
a. In recto, es decir, en primer lugar y directamente, la mujer simboliza a la Iglesia del pueblo de Dios de ambos testamentos.
b. Pero in obliquo, es decir, en segundo lugar e indirectamente, se incluye también a María Santísima.
Los autores se dividen al enunciar el porqué de esta aplicación mariológica secundaria. Citamos a continuación algunas de las razones que nos inducen a afirmar que hay una intención del autor del libro de hacer referencia a María. Además, queremos subrayar este texto como una de las expresiones más claras de lo que se ha llamado el sensus plenior de la Escritura. El texto de Ap 12 no basta por sí sólo para justificar una interpretación mariológica; pero la situación cambia si lo situamos en el marco del Nuevo Testamento.
a. La mujer parturienta y María, la mujer, al pie de la Cruz. Como se ha señalado, la escena del parto y exaltación del niño se refieren al misterio pascual, que se pone en relación con una mujer. Por lo tanto remite necesariamente al relato joánico, que en presenta a la comunidad mesiánica al pie de la Cruz, representada por Juan y unas cuantas mujeres, entre ellas y en primer lugar María, la Madre de Jesús.
La mujer de Ap. 12 representa, en primer lugar , como se ha dicho, al Pueblo de Dios que da a luz al mesías en su Pascua. La mujer no sólo es madre del Mesías, sino también de los que dan testimonio de él y guardan los mandamientos.
En segundo lugar, en esta mujer estaría incluida la virgen María. Queda claro a la luz de Jn 19, 25-27: en la hora de Jesús, la comunidad mesiánica está representada principalmente. por la persona física de la Madre de Jesús. Y en esa misma hora, Jesús revela a su madre que debe cumplir una misión maternal con respecto a Juan, tipo de todos los discípulos.
En ambos relatos hay una mujer, madre del mesías, pero también de otros hijos, y su maternidad está ligada al Gólgota, al misterio Pascual. La diferencia entre los relatos es que mientras Ap 12 tiene tonalidad eclesial, el de Jn 19 se centra en la persona de María. Pero es una diferencia complementaria: “el cap.12 de Apocalipsis confirma el significado eclesiológico de María al pie de la Cruz; y viceversa, la presencia de María al lado del Crucificado hace posible la extensión a la mujer del Apocalipsis en lucha contra el dragón”
Este es uno de los argumentos más fuertes en la línea del sentido literal. Será bueno también tener en cuenta que, según la interpretación de algunos, en la escena de las bodas de Caná de Jn 2, 1-10 ( que con Jn 19 forman una gran inclusión a todo el Evangelio), María, a quien Jesús extrañamente llama mujer, personifica al Pueblo de Dios de la Antigua Alianza, que pide al Mesías el Vino nuevo de la Nueva Alianza.
b. Poniendo en relación el texto de Apocalipsis 12 con otros textos del Nuevo Testamento, se comprende claramente interpretación mariológica que la Iglesia con total naturalidad ha hecho.
· María, la Hija de Sión, figura de Israel que espera, acoge y da a luz al Mesías: Muchos biblistas señalan que María es, en el Evangelio de san Lucas presentada con los rasgos de la Hija de Sión. El saludo del Ángel (Lc 1, 24) es más que una palabra cortés: en su jaire resuenan las profecías de restauración de Jerusalén (Miq 4, 10-13; Sof 3, 14-18). La Hija de Sión de la tradición Lucana encontraría su equivalente en la mujer de Juan y el Apocalipsis.
· María, la llena de gracia: en la mujer “revestida de sol”, envuelta de Dios, se puede ver con todo derecho a la llena de Gracia, la perfectamente agraciada por Dios. Además, la enemistad puesta entre la mujer y el dragón, a la luz del kejaritoméne y de Ap 12, han conducido a la Iglesia a una cada vez mayor fe en que María nunca estuvo bajo el dominio del Dragón, desde su concepción hasta el fin de su vida terrena.
· María, parturienta en Belén: admitiendo que el primer sentido del parto es el misterio pascual, nada impide ver también el la maternidad física histórico en Belén. María es, en efecto, la mujer que da a luz al Mesías. (cfr. Ap 12, 5).
· María, la “mujer” de la fe atormentada: ella es la primer en experimentar los “dolores de parto” que significaron para la entera comunidad mesiánica la Pasión y la muerte de su Hijo.
· María, asunta a la gloria celestial: la mujer de Ap 12, atormentada por la persecución, está destinada a ser glorificada en los cielos nuevos y la tierra nueva como mujer-esposa del Cordero. (Ap 21,1-22,5). Esa descripción de la Iglesia escatológica ha llevado a muchas voces en la tradición eclesial a celebrar en el gran signo a María, asunta al cielo, partícipe de la gloria del Cordero, primicia y prenda del futuro de todos sus hijos
Conclusión
Quienquiera que lea este trabajo se dará cuenta, en primer lugar, de que hay muy poco de personal en él: no ha citado literalmente porque hubiera significado cortar demasiado la redacción, pero casi todas las afirmaciones son extraídas de la bibliografía consultada.
Pensará además que en realidad debería titularse “María en el Apocalipsis”. Soy consciente de haberme desviado quizá de la formalidad que la materia requería. Sin embargo, creo no haber exagerado al asumir determinadas posturas, que he encontrado, por supuesto, en otros autores.
María es la síntesis personal entre el pueblo de la Antigua y de la Nueva Alianza. Cito aquí un texto de Von Balthasar que resume esta idea: “Con razón los exégetas, en la mujer del Apocalipsis que grita con clamores, ven en primer lugar al Pueblo de Dios del Antiguo Testamento; pero es en verdad en la persona de María en donde se produce verdaderamente al Salvador y desde ahí aquel pueblo se convierte en la Iglesia del Nuevo Testamento, puesto que la mujer tiene nuevos hijos que “mantienen el testimonioo de Jesús” (Ap 12, 17)”
El Catecismo de la Iglesia Católica nos la presenta como “icono escatológico de la Iglesia” (CCE 972). Glorificada ya perfectamente, es figura y tipo de la realidad futura a la que la Iglesia está llamada. En ella encontramos el modelo insuperable y las primicias de lo que debemos llegar a ser.
A María, cuyo sí nupcial de mujer hizo posible la fecundidad ilimitada del misterio de Cristo, entrego este trabajo.
Leandro Bonnin
Seminarista de Paraná.
Cuarto de Teología.
Bibliografía
A Serra, Biblia (Apocalipsis), en Nuevo Dicccionario de Mariología, Ediciones Paulinas, 1988, Madrid
Cerfaux, L –Cambier, J., El Apocalipsis de San Juan leído a los cristianos, FAX Ediciones, 1968, Madrid
De la Potterie, I, María en el misterio de la Alianza, BAC, Madrid, 1993.
Vanni, Ugo, Apocalipsis, Verbo divino, Navarra, 1994.
Extracto los datos principalmente de la introducción de la Biblia de Jerusalén.
“A pesar de las diferencias de lengua y estilo, revela un parentesco innegable con los escritos de Juan, de cuya doctrina se muestra sensiblemente empapado” (A Serra) “Las afinidades son innegables” (Ugo Vanni).
De la Biblia de Jerusalén.
El tema está presente en otros pasajes del NT : Mt 19, 28; Lc 22, 30
Recordar el significado de la hora en el Evangelio de Juan.
Más aún, hay autores que afirman que el libro no debe ser interpretado en clave escatológica, sino pascual. Para Corsini, por ejemplo, el Apocalipsis sería “una lectura del Antiguo testamento a la luz del acontecimiento Pascual” (E Corsisni, Conferenciadel 20 de Mayo de 1981, citado por De la Potterie, op. cot, pag 287) Ambas lecturas deben iluminarse mutuamente.
Nótese la temática del juicio, como en Jn 12. Parece ser una alusión implícita al libro de Job, donde el Diablo lo acusa delante de Dios.
Citado por A Serra, op. cit.
Von Balhasar, A los cristianos desconcertados, NARCEA Ediciones, 19803, Madrid., pp 62.
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